Por Juan Tomás Valenzuela
Ayer vi a un Domínguez Brito
de un aspecto no tan lego,
dispuesto a pegarle fuego
a tó los de su grupito.
El man se vió tan constrito
con esa piromanía,
que el hermano de Lucía,
según me dijo un chivato,
lo declaró en desacato
por este acto de anarquía.
Yo me quedé putrefacto
al ver como a este guasón,
rememorando a Nerón,
pegó fuego a ese artefacto.
Le noté falta de tacto
y mucha cursilería,
porque esta furia tardía
con los de su propio entorno,
no lo libran del bochorno
de ser de esa cofradía.
Igual como hizo Nerón
cuando le pegó fuego a Roma,
a la falta de una goma
y bencina en un galón,
este insurrecto bribón
descargo en una cachucha,
toda su ira (que era mucha),
tomando un fósforo Estrella
y cómo a la Roma, aquella,
le entró con leña aguilucha.
Fue evidente que esta acción,
en el sector Danilista
como el de Félix Bautista,
no ha tenido parangón.
El acto de exhumación
de los delitos pasados,
a los que él estuvo atado
por su dejadez legal,
no es cierto que este accionar
lo dejará exonerado.
Igual que Poncio Pilato
cuando se lavó las manos,
este calvito malsano
usó un recurso barato,
intentando un pugilato
con relación a esta orquesta.
Pues si en verdad él apuesta
a un real acto de honor,
debió hacernos, de favor,
quemarla con ella puesta.
Juan de los Palotes
22 marzo 2019